Un Mundo Lleno de Porques

Con tantas preguntas y tan pocas respuestas... o a veces ninguna

diciembre 21, 2004

PARTE III

Llegué a la cita, en aquel café en donde conocí a Renata –tengo que aceptar que moría de miedo, no entiendo por que si lo que estuve pensando todo el día fue en ella- en espera de su arribo, con toda la incertidumbre, hasta llegué a sentirme como en una “date” y no tanto por Renata, sino por su sex-appeal que me tenía embelesada y con interés en saber porque fueron esas preguntas del día de ayer, ¿era ella una de esos seres míticos e increíblemente sensuales? No, eso es imposible, todos sabemos que no existen... –al menos eso queremos creer-

Renta apareció en la puerta del café con una mirada extraña, como si estuviera satisfecha después de un festín, de esas miradas después de comer opíparamente, no le presté mucha importancia, bueno en realidad no quise prestarle importancia, porque a pesar de todo me sorprendió y podría decir que hasta miedo me dio. Me saludó con mucho afecto y se sentó. Le pregunté si quería tomar algo ya que yo había pedido mi café de rigor, ella con una enorme sonrisa casi diabólica me dijo que no, que ya había tomado mucho en el día. Otra vez me quedé sin palabras, digiriendo esas palabras, tan simples pero que en su boca sonaban tan extrañas y preocupantes, solo sonreí.

Dos horas mas tarde, después de platicar de todos los temas que dos amigas pueden tocar, el amor, la felicidad, expectativas de vida, etc. Ella me preguntó si yo querría ser uno mas de aquel mundo selecto al que adoro. No pude contestar a eso, como se lo había dicho antes “claro que me encantaría ser una de ellas si existieran, pero no existen” pero su insistencia me asustaba cada vez mas, ¿no tendría Renata un problema de personalidad, no estará loca?

Me hizo una proposición muy interesante en la que estaba involucrada mi sangre y su boca, no recuerdo las palabras, solo se que tendría que ir a su casa y sin decir nada salimos del café, yo estaba en trance, creo que no era yo pero la seguí. Ahí me senté, analicé cada rincón y me percaté de la decoración estilo Luis XV, sin espejos, muebles rojos, terciopelo en las paredes, vajillas revestidas de oro, candelabros por doquier, arañas enormes de cristal – no había electricidad, y en pleno siglo XXI!- ella me llevó un hermoso vestido, estilo Scarlett O´hara , de esos que tantas ganas tenía de usar un 31 de octubre para alguna fiesta, era color negro con bordados vino, una verdadera antigüedad pero que pareciera que fue comprado ese mismo día. Me lo puse, y en ese momento volteé a la pared frente a mi, donde había una chimenea y vi un retrato casi de tamaño natural y si efectivamente era Renata, con una niña pequeña que tenía el mismo vestido que yo, claro de menores dimensiones, pero yo conocía a esa niña, era yo de pequeña, me pareció una simpática coincidencia, como encontrar a tu igual en este mundo, y le pregunté si era su hija y me dijo que no, que era su hermana pequeña pero que había muerto tiempo atrás a causa de una enfermedad incurable,- en aquellos tiempos dijo-

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal